viernes, diciembre 07, 2012

La política, la ciencia, y la memoria


Saludábamos hace un par de años a una eminencia platense, el Dr. Hector Vucetich, en un post que mencionaba -entre otras cosas- una carta que le escribió en el año 2000 al entonces Secretario de Ciencia y Técnica, el Lic. Dante Caputo, motivada en el intento de la Alianza de cerrar el Conicet. Por casualidad hoy encontré la versión completa de aquélla carta. Si bien estamos a años luz de aquella situación, viene bien recordar lo que se discutía en tiempos pasados, como modo de reafirmar la necesidad de no volver a ellos.

Sigue la carta del Pipi:
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La Plata, 17 de julio de 2000

Sr. Secretario de Ciencia y Técnica
Lic. Dante Caputo
S/D.

De mi mayor consideración:

Tengo el agrado de dirigirme a Ud. para hacerle llegar varias reflexiones relacionadas con su propuesta para el financiamiento y la organización del Sistema de Ciencia y Técnica.
En primer lugar, deseo agradecerle la oportunidad de opinar sobre la Propuesta arriba mencionada, aunque sólo sea después de publicada. Aún así, es posible que mis palabras (así como la de otros colegas que puedan haber opinado) ayuden a implementarla de una forma que pueda resolver problemas existentes y evitar la catástrofe que se anuncia.
En segundo lugar, estoy de acuerdo con el diagnóstico que usted hace respecto de la importancia de Ciencia y Técnica como clave para elevar el desarrollo del país, y respecto de la distancia tecnológica que nos separa de muchos de nuestros hermanos latinoamericanos, Chile, Brasil y México principalmente pero no sólo ellos. Su diagnóstico, sin embargo, se queda corto: cuando yo era estudiante, la Argentina aventajaba claramente a todos sus hermanos en ciencias tales como física y astronomía (mi especialidad). Desde 1966 en adelante comenzamos a perder terreno y en este momento lo hacemos a pasos agigantados.
En una palabra, su conclusión de que "contamos con una buena plataforma pero arrastramos severas deficiencias de política de CyT institucionales y de inversión" es cierta. Sin embargo, cuando se intenta profundizar el diagnóstico comienzan las equivocaciones, algunas de ellas graves. Permítame examinar algunas de ellas, porque de estas equivocaciones de diagnóstico surgen las medidas disparatadas que se proponen.
  • "La producción científica, de alta calidad en muchos casos, no redunda como debería, en beneficio para la Argentina. Producimos, en parte, para el resto del mundo."
Señor Secretario, empezamos mal: me sorprendió que Ud. lo dijera porque esa proposición se repitió una y otra vez, hasta el cansancio, durante el "Proceso". Me temo que éste sea el origen de las dificultades económicas de la ciencia (Ud. mismo afirma: "La inversión es baja, incluso en los últimos años bajó su % en el PBI", con lo que coincido plenamente). Aquella afirmación sirvió, durante todos aquellos años, para desfinanciar la investigación y derivar los fondos hacia otros destinos.
Señor Secretario, la ciencia es la búsqueda de la verdad; no "sirve", no busca la utilidad. Al menos desde Tales, hace dos mil seiscientos años, el conocimiento está globalizado, con gran beneficio para la humanidad. Ud la confunde con la técnica, que es la búsqueda de la utilidad. Y el conocimiento técnico ("know-how") también está globalizado, pero hay que pagar por él. Lamentablemente, no es el CONICET quien debe ocuparse de eso: existen en la Argentina numerosas instituciones, altamente descoordinadas entre sí, para desarrollar la técnica: INTA, INTI, CITEFA, CONEA... Por razones que ignoro, ninguna de ellas ha tenido un rendimiento siquiera comparable al del CONICET.
  • "El sistema, en especial el CONICET, ha asimilado el cargo de investigador al de empleado público. Esto da seguridad y certidumbre -importantes en un país como el nuestro- pero elimina la competencia y burocratiza la investigación."
Me sorprende aún más esta afirmación suya, que se basa en un desconocimiento casi total del funcionamiento del CONICET. Eso pudo ocurrir durante el "Proceso", pero ciertamente no es así desde el retorno de la democracia. Este punto, sin embargo, ya ha sido muy bien refutado por otras cartas, muchas de investigadores jóvenes, publicadas en la página web del CONICET
  • "El sistema no tiene movilidad. Está taponado por una estructura jerarquizada, los jóvenes tienen casi nulas oportunidades de mejorar sus condiciones de ingreso y trabajo. Para los jóvenes hay pocos atractivos para ingresar y menos para regresar del exterior. Como consecuencia la edad promedio ronda los 50 años."
Esta afirmación es cierta. La causa, sin embargo, es obvia y la ha dicho Ud en varios párrafos anteriores: la escasa inversión en CyT al menos desde 1966. La "Noche de los Bastones Largos" no sólo destruyó la Universidad en la Argentina, sino que paralizó el sistema de CyT. El contexto en que Ud. lo dice, sin embargo, insinúa que son los investigadores mismos y no los funcionarios políticos los responsables: es otro ejemplo del arte de transformar las víctimas en culpables.
  • "Los investigadores tienen un vínculo insuficiente con la docencia universitaria, con lo cual la Argentina pierde la utilización de las capacidades de los investigadores para formar recursos humanos."
Nuevamente, Sr. Secretario, me veo obligado a pensar que está Ud. muy mal asesorado. La mayoría de los investigadores (al menos en mi área: Física y Astronomía, pero también en áreas afines como Matemáticas y Química) son docentes de Universidades Nacionales y colaboran activamente en la formación de recursos humanos.
Así pues, varias de sus afirmaciones anteriores son falsas y las conclusiones que saca de ellas, ("La certidumbre burocrática reemplaza la competencia."; "Fuerte insuficiencia en el vínculo con la universidad.") infundadas. No es de extrañar que varios de los remedios propuestos sean peores que la enfermedad.
Voy a examinar sólo uno de ellos, el más criticado, la desaparición de la Carrera del Investigador, en su modalidad actual. ¿Qué necesidad hay de hacerla desaparecer, especialmente cuando los fundamentos son falsos? De hecho, la creación de una nueva Carrera de Investigador, con los lineamientos que Ud. indica, sería razonable si se mantuviera como alternativa la actual Carrera, creación de un hombre genial: el Dr. Bernardo Houssay. Puede ser razonable endurecer los criterios de evaluación de los ingresos y promociones, pero sus críticas a la organización actual parecen inspiradas, más que en la búsqueda de la excelencia, en el viejo sistema impuesto en todos los golpes militares: "nivelar por abajo".
La reforma que Ud. propone, por otra parte, recuerda vagamente al sistema SAPIU, que fracasó totalmente. Para hacerla viable necesitará introducir correcciones muy importantes en el esquema. Pero para lograr que el sistema tenga éxito, deberá dejar de lado el consejo de Maquiavelo:
Si un príncipe debe hacerse dar consejo sobre todos los negocios, no debe recibirlos más que cuando éste les agrada a los consejeros.
Maquiavelo, El príncipe, Cap XXIII
La reforma del sistema de CyT, tan necesaria, no puede salir de "consejeros" o "asesores" que ignoran los hechos básicos. Antes de proponer estas reformas, debió Ud. consultar ampliamente a la comunidad científica y universitaria. De ese modo, se hubiera podido hacer un plan de reforma coherente y consensuado.
Antes de terminar esta carta, Sr. Secretario, deseo comentar mi preocupación por sus declaraciones aparecidas ayer en el diario "El Día" de La Plata:
  • "Extrañamente, sectores que deberían ser progresistas, temen la modificación del status quo, a la vez que reclaman cambios".
Esa afirmación, proveniendo de un Secretario de Estado, tiene un fuerte aroma autoritario. ¿Estamos los científicos obligados a pensar como Ud. manda? ¿Seremos considerados herejes o retrógados si protestamos? Me permito recordarle, Sr. Secretario, la síntesis de la democracia expresada por uno de sus creadores: 
Si bien sólo unos pocos son capaces de dar origen a una política, todos nosostros somos capaces de juzgarla
Pericles de Atenas, citado en Popper La Sociedad abierta y sus enemigos
Sus declaraciones públicas, Sr. Secretario, me obligan a dar la mayor difusión a este documento. También me fuerzan a terminar esta carta, citando un breve pasaje de una de las novelas fundamentales del siglo XX:
 ...(O'Brien) Hizo una pausa y por un momento adoptó otra vez la actitud de un maestro que interroga a un alumno promisorio:
 - ¿Cómo afirma un hombre su poder sobre otro, Winston?
Winston pensó:
- Haciéndolo sufrir - dijo.
 - Exactamente. Haciéndolo sufrir. La obediencia no alcanza. A menos que sufra, ¿cómo puedo estar seguro de que obedece a mi voluntad y no a la suya? El poder está en infligir dolor y humillación.
George Orwell, 1984. Parte 3ra; Capítulo 3ro
En resumen, Sr. Secretario, aunque su plan contiene muchas buenas ideas, propone numerosas disposiciones de caracter dañino, inspiradas en errores de diagnóstico, basados sobre afirmaciones falsas. Lo más preocupante es su falta de predisposición para admitir la crítica o aún la simple posibilidad de haberse equivocado. Con la esperanza de un cambio de actitud

Saludo a Ud. muy atte.
Dr. Héctor Vucetich.
Profesor Titular UNLP
Investigador Principal CONICET